Visitar Bristol en un día



Ubicada al suroeste de Inglaterra Bristol pasa por ser una de las ciudades con menos frío del Reino Unido. Las temperaturas alcanzan a veces hasta los 22ºC, toda una locura.

Es una ciudad eminentemente universitaria, así que el ambiente que hay es muy joven. Con sus dos universidades (la de Bristol y la West England) no podía ser de otra forma. Hay muchísima vida y siempre hay eventos culturales por ver.

Bristol está casi en línea recta por carretera con Londres, así que llegar es más o menos rápido (como dos horas y media en coche, 3 en bus), y además hay un tren cada media hora. No es complicado llegar y visitarla.

La ciudad se fundó a mediados del siglo XII y ahora mismo mide unos 110km2 de extensión. No es una ciudad minúscula pero tampoco es gigante, se puede ver bien andando y en un día lo cubrirás casi todo.

Punto número uno antes de empezar: los ojos bien abiertos. Hay un artista internacional que ha llenado las calles de su obra. El tan conocido como anónimo Banksy tiene Bristol por uno de sus lienzos favoritos.

Comenzamos

Nos vamos a patear Bristol andando, así que ve bien desayunado. Lo primero que nos toca es trepar casi. Empezamos desde el Clifton Suspension Bridge, un puente en lo más alto de la colina donde se empezó a fundar la ciudad y que permite cruzar el río Avon.

Este puente es una enorme obra simbólica ya de la ciudad. Tiene la negra reputación de ser un puente suicida, así que que no te sorprenda ver cantidad de números de teléfono de asociaciones de ayuda






Para reponer fuerzas tras la subida (o para retomarlas al bajar) bien puedes parar a tomar una pinta de cerveza en el The White Lion Pub, que tiene unas estupendas vistas al puente, o un poco más allá tomar media pinta de sidra fuerte en The Coronation Tap. Cuidado, que es MUY fuerte, por eso solo la sirven en medias pintas.

Vamos bajando ya y llegamos al centro de Bristol, donde además está el principal museo de la ciudad: el City Museum and Art Gallery.

Este museo tiene una exposición permanente de arte, historia y ciencias naturales y además la entrada es gratuita y abre todos los días. Te cunde entrar un rato y dar una vuelta, además que el edificio es digno de contemplar también.




Muy cerca está también otro punto a visitar, el Wills Memorial Building, que es parte de la universidad de Bristol y alberga la escuela de Derecho y el departamento de Ciencias Naturales. Solo se puede visitar por dentro en tour turístico, eso sí. Ahí ya decides tú si te merece la pena pagar las 4£. O matricularte en Bristol, como prefieras.





Bajamos un poco más, y en cinco minutos llegamos a Brandon Hill donde encontramos otro icono de la ciudad: Cabot Tower. Si te animas a subir los 100 pies de altura (30 metros y medio) y sus 108 escalones tendrás una vista privilegiada de la ciudad.

El monumento se levantó en 1890 para conmemorar los 400 años del viaje de John Cabot a lo que se convertiría más adelante en Canadá. Amantes de los animales: el parque que hay a sus pies está repleto de ardillas que se os acercarán por unas nueces fácilmente.

Seguimos el descenso (no os quejaréis, todo cuesta abajo) y en apenas 10 minutos llegamos, pasando por delante de la Biblioteca Central a otro punto neurálgico de la ciudad: la Cathedral.

De acuerdo, no es tan impresionante como otras pero tiene mucho encanto también. La entrada es gratuita, así que entra a disfrutar un poco del arte gótico inglés. La zona de jardines que tiene alrededor es un buen punto de solaz si hace buen tiempo, que no es difícil en verano.





Antes de continuar, que sepas que dentro de la propia catedral hay una cafetería. Sí, en el interior de un edificio religioso hay una cafetería. Y abre todos los días, así que puedes perfectamente tomar un café y reponer fuerzas para continuar.

Bajamos entonces un poco más y llegamos al puerto. Bristol fue una de las grandes potencias portuarias del país, aunque ahora ya ha perdido esa actividad comercial. Esta zona ahora está más dedicada la ocio y el comercio.

La zona portuaria es ahora la que concentra más vida cultural. Hay multitud de pubs, restaurantes y cafeterías, así que es un buen momento para hacer la pausa y comer tranquilamente.


Hora de comer

Sitios para comer bien hay varios. Vamos a dar un pequeño paseo visitando la zona exterior del Aquarium, una zona de arquitectura moderna con una enorme esfera de espejos, y cruzando el puente llegamos a Bagel Boy, en St. Nicholas St.




Aquí podemos disfrutar de unos deliciosos bagels, esos panecillos en forma de donut rellenos de COSAS (salmón ahumado, queso cheddar, hamburguesas…) por apenas 3.5£.

Desde esta orilla del río, y con el estómago ya lleno, vamos a bajar hasta otro museo, este de arte contemporáneo: el Arnolfini, que de martes a domingo tiene la entrada gratuita. Si te parece puedes dar una vuelta rápida y cruzar luego el Pero’s Bridge para llegar a Millenium Square.

Esta zona tiene una fuente enorme donde los niños aprovechan las horas de calor pararefrescarse en verano. No te prives de hacerlo tú si ves que el tiempo acompaña y sigue bajando para cruzar el puente y llegar a un monumento interesante.

Llegamos al SS Great Britain, un enorme transatlántico que ahora es un museo que representa la actividad del barco cuando estaba en activo. La entrada puede ser un poco cara, pero merece la pena pagar las 13.50£.

Vamos a alterar nuestro modus operandi y vamos a coger un bus: el 506 nos llevará desde la parada de Maritim Museum hasta Victoria Street para que crucemos el Bristol Bridge y visitemos en condiciones el St. Nicholas Market, un buen sitio (y económico) para comprar algún souvenir.

De ahí nos movemos rápido al Castle Park: un espacio verde en medio de la ciudad donde hay ruinas de edificios de la II Guerra Mundial y los restos del castillo normando que un día existió en Bristol. Empápate de la historia y vamos a descansar ya.





¿Nos tomamos unas pintas?

Desde aquí no quedan lejos los dos pubs con más historia y leyendas de Bristol: el Old Duke y el Llandoger Trow.

El primero lleva sirviendo cerveza desde 1775, y su principal atractivo, al margen de su historia, es el jazz en vivo. Todas las noches, un pequeño concierto. Además también se organizan noches de micro abierto para quien se atreva.

El Llandoger Trow es aún más antiguo: nada menos que de 1664. Una de sus leyendas es que Daniel Defoe conoció aquí al marinero escocés en quien se inspiró para crear a Robinson Crusoe. Y no solo Defoe encontró aquí (dicen) su inspiración, sino que el escocés R. L. Stevenson también conoció a alguien que le llevó a crear a Jim Hawkins, el relator de La Isla del Tesoro.





Si de aquí nos vamos ya de Bristol, podemos dar un pequeño rodeo antes de ir a la estación de Temple Meads y visitar la St. Mary Redcliffe Church, una iglesia que a veces hasta se confunde con la catedral.

Lo suyo es venir hasta este punto andando, se tarda más o menos lo mismo que en bus.Pero si estás muy cansado puedes coger el bus 2, 50, 51, 379, 512 o 672 (cualquier vale) desde Victoria Street hasta Temple Meads.


Mapa del itinerario



Fuente: Trucos Londres

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